Zombis rubias by Brian James

Zombis rubias by Brian James

autor:Brian James [James, Brian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2008-04-22T16:00:00+00:00


10

Lukas se pasa por mi casa por la mañana antes de clase. Me encuentro perdiendo el tiempo en medio de mi rutina habitual de hacer pequeños viajes de un lado a otro desde el cuarto de baño hasta la televisión mientras me preparo, cuando llama al timbre. Me pregunta si quiero parar en la cafetería y desayunar. Las opciones que hay en mi despensa no son exactamente apetitosas, pero la cantidad de dinero que tengo tampoco es exactamente de las que dura mucho tiempo si hago excursiones a la cafetería.

—No sé —digo de una manera que le indica que todavía podría convencerme. Lista para salir disparada de mis zapatillas y meterme en mis zapatos si me dice lo correcto para ayudarme a cambiar de idea.

—Yo invito —dice, y esas son las palabras mágicas.

—Dame un segundo —grito, y lo dejo en la puerta.

Agarro mis cosas, apago la tele, me pongo rápidamente los zapatos, me pongo un abrigo y me reúno con él fuera. De camino allí decido no contarle nada sobre lo de ayer. Especialmente sobre Diana. Sé lo que va a decir y no estoy de humor para todo ese gore a estas horas tan tempranas de la mañana. Solo quiero unas tortitas con café y hablar de cosas normales.

Anoche tomé la decisión, cuando estaba tumbada en la cama con los ojos abiertos, de no hablar más sobre conspiraciones o demonios necrófagos. Tengo problemas reales a los que enfrentarme, no necesito añadir más ficticios para acompañarlos. Tengo un padre que está de viaje en el otro extremo del país y me deja sola para enfrentarme a los capullos a los que debemos dinero. Voy a un instituto donde lo máximo que puedo esperar lograr es el estado de forastera total. Tengo una amiga que puede, o no, haber desaparecido en misteriosas circunstancias y un sheriff que piensa que soy una pendenciera. Tal y como yo lo veo, con eso tengo suficiente.

Los edificios de ladrillo de la calle Main atrapan la luz del amanecer que viene de las montañas. Adoptan el color de la aurora, pero aun así no dejan de parecer decadentes. Los carteles pintados de las tiendas están astillados y desconchados. Todos los cimientos están agrietados y hundiéndose. Hasta el acabado plateado metálico de la cafetería se parece menos a una estrella a la luz del sol y más a una reliquia que se oxida con el tiempo.

—Este pueblo apesta de verdad —digo cuando por fin me doy cuenta de lo que llevo sintiendo todo este tiempo.

—Sí —es todo lo que dice Lukas mientras me sujeta la puerta.

Yo dirijo el camino hasta la mesa vacía más cercana, me deslizo en el asiento y él se mete en el de enfrente hasta que ambos estamos contra la ventana. La camarera se acerca en seguida a preguntarnos lo que queremos. Garabatea nuestro pedido y desaparece en el matraqueo de platos y el bullicio de conversaciones que tienen lugar alrededor.

Lukas y yo pasamos el rato hablando de nuestro profesor de Geometría y por turnos imitamos la cara de rana que pone cuando habla.



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